El sueño adolescente de Katy Perry

Editorial: Felipe Useche

Hace 14 años no lo sabíamos pero el 24 de agosto de 2010 era una fecha importante para el pop. La década no sería la misma luego de que Katy Perry lanzara su segundo álbum bajo ese nombre, y tecero de su carrera confirmando lo que todos sospecharon con “One of the Boys”: Katy no estaba viviendo sus quince minutos, sino que estábamos presenciando el nacimiento de una colosal mega-estrella.

“Teenage Dream” se llamó el disco lanzado ese 24 de agosto de 2010 y rápidamente se convirtió en uno de los más icónicos de la década. El disco no sólo fue un punto crucial para la carrera de la cantante, sino que transformó la industria musical, algo que pocos artistas pueden decir. Si “One of The Boys” consolidó la fama de Katy, “Teenage Dream” fue su manifiesto: un disco repleto de electrónica, rock, house, funk y disco que buscaba desesperadamente encontrar el sonido del pop del futuro. Trabajó con un equipo de productores y compositores de renombre, como el polémico Dr. Luke, Max Martin, y Bonnie McKee, quienes ayudaron a dar forma a un álbum que combinaba melodías pegajosas, letras ingeniosas y una producción impecable.

El legado de “Teenage Dream” es innegable. Se convirtió en el segundo álbum en la historia, después de “Bad” de Michael Jackson, en producir cinco sencillos que alcanzaron el número uno en el Billboard Hot 100: “California Gurls”, “Teenage Dream”, “Firework”, “E.T.”, y “Last Friday Night (T.G.I.F.)”. Cuando te comparan con el “Bad” de Michael Jackson, creo que no queda mucho que decir. Un fenómeno cultural que redefinió el pop que escuchamos aún hoy y cuyas canciones todavía resuenan en nuestras listas y en nuestro subconsciente repleto de sueños adolescentes.

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