Adam Dyment nació prácticamente sordo. Es una de esas extrañas coincidencias, deliciosas ironías que le gusta señalar cuando lo entrevistan. Después de todo, ¿no es un tanto divertido saber que una de las más grandes estrellas de la música electrónica y del pop actual naciera sin siquiera poder oír? “Soy como el opuesto de Beethoven en ese sentido”, dice entre risas.
Duke Dumont, como se hace llamar hoy día (por un lado, porque suena más emocionante; por el otro, para separar su personalidad de su música), llegó a la fama después de varios años de estar lanzando EPs y sencillos con el apoyo de su mentor Switch. Esos primeros éxitos, como “Need U (100%)” y “I got U” no solo le ganaron el reconocimiento de la crítica, con una nominación al Grammy, sino que lo llevaron a sonar en los clubes de todo el mundo, la joven promesa que podía poner a bailar a todos en el club con su irresistible ritmo, con esos beats imposibles de sacarse de la cabeza.
Después de más de una década de trabajar en su música y de regalarnos sencillos icónicos como “Ocean drive” y “Red light green light”, por fin el año pasado Dumont lanzó su primer álbum: “Duality”, un álbum que tomó tanto tiempo porque, en sus palabras, busca tener un impacto emocional en las personas. Con su sonido preciso y atemporal, Dumont buscó crear un disco que dure por décadas, que le probase a la gente que no era “simplemente un DJ”.
Y, tras escuchar los logros y la música de este talentoso artista británico, es difícil pensar en él como algo diferente a uno de los compositores de electrónica y pop más prominentes de nuestros tiempos.